La enorme área de superficie de los alveolos, y la distancia de difusión corta entre el aire alveolar y la sangre capilar ayudan con rapidez a llevar el oxígeno y el bióxido de carbono en la sangre y el aire hacia un equilibrio.
Fuente: Fisiología humana/ Stuart Ira Fox, 12va edición. Editorial Mc Graw Hill, pp. 540-543.
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